Amor y misión
VENERABLE TERESA MIRA y SANTA TERESITA:
Las suyas son dos historias personales bien distintas
La doctora mas joven de la
Iglesia nació en el
seno de una familia burguesa bastante bien acomodada de Francia, y fue mimada
por su padre y sus hermanas, haciéndose monja de clausura a los 15 años. La venerable Teresa Mira perteneció a una
familia pobre y supo lo que es el trabajar duro desde muy pequeña para ganarse
el pan de cada día y ayudar a los suyos,
entrando después a la vida religiosa en una congregación de vida activa.
Sin embargo Teresa Mira ha sido llamada la Sta. Teresita de
España. Abundan los testimonios que nos hablan de su especial devoción por la
santa de Lisieux, y de su estrecha relación espiritual. Son muchas las características que las unen a
pesar de todo.
Les
une precisamente lo más central, lo más fundamental, que es su vivencia del
mandamiento del amor. Ambas lo vivieron en la cotidianeidad del vivir día a
día, en los pequeños detalles y acciones de servicio generoso y humilde. En
palabras de Sta Teresita “soy un alma muy pequeña que solo puede ofrecer a Dios
cosas muy pequeñas” El recoger el
alfiler del suelo, el doblar con esmero las capas de sus hermanas de comunidad,
el sonreír a una hermana particularmente difícil de Santa Teresita.
La sonrisa
de Teresa Mira, su ofrecerse a subir agua del aljibe para la hermana cocinera,
su cariño y dedicación sin limites a sus párvulos, el dejar que otras personas
se le adelantasen en la cola del racionamiento, el aceptar tener que ir sin
habito religioso al acabar la guerra civil porque las superioras así se lo
pidieron, su paciencia en la enfermedad….
A los ojos del mundo gestos
sencillos, pequeños y ordinarios, pero que ante Dios tienen un valor infinito
En ambas es el amor a Jesús manifestado en el servicio y entrega a los demás lo
que las mueve e impulsa, porque en los hermanos está Jesús, y porque Jesús está
amando en ellas a los hermanos. “es voluntad vuestra amar en mi a todos
aquellos a los que me mandáis amar (…) cuando soy caritativa es Jesús sólo
quien obra en mí. Cuanto más unida estoy a él, tanto más amo a todas mis
hermanas”.
Es el misterio de comunión de la Iglesia vivido de una forma tan especial y única
por nuestro P. Fundador, para quien la Iglesia , Cristo y los prójimos, es el objeto
último de nuestro amor. Cristo presente en los demás, especialmente en los
enfermos, niños, ancianos y necesitados.
La santidad no es sino la voluntad de Dios realizada
perfectamente en cada una de nosotras “La perfección consiste en hacer su
voluntad, en ser lo que el quiere que sea” nos dice Teresita. Pero ¿cual es
concretamente esa voluntad de Dios? Jesús mismo lo dejó claro en el evangelio
“Este es mi mandamiento, que os améis unos a otros como yo os he amado”.
En sus escritos santa Teresita lo expresa con mucha
fuerza y claridad: “comprendo tan perfectamente que no hay cosa que pueda
hacernos gratos a Dios fuera del amor, que es este amor el solo bien que
ambiciono” “las mas pequeñas acciones hechas por amor son las que cautivan su
corazón” “Jesús no pide grandes obras, sino solamente abandono y agradecimiento
(…) No tiene necesidad alguna de nuestras obras, sino solamente de nuestro
amor”.
Raquel Sánchez Vallina, cmt.