miércoles, diciembre 11, 2019

Hna. Teresa Mira, una sonrisa de Dios


Dios regalaba sonrisas a la hna. Teresa cada mañana,
para que las sembrara en su nombre con la salida del sol,
o incluso antes, y la hna. Teresa las repartía por donde pasaba...

Dicen los que saben, aunque no esté demostrado científicamente, que Dios produce sonrisas. Sucedió desde el principio de los tiempos, es algo sutil, la gente a veces ni se da cuenta, sigue sucediendo ahora, aunque la gente siga sin percatarse de ello, y espero y confío en que siga sucediendo por los siglos de los siglos. Sí, porque así creó Dios a la humanidad y derramó sus sonrisas sobre nosotros.
 Después de un tiempo de reflexión y estudio podría decir que una sonrisa (fisiológicamente hablando)  es una expresión facial que se forma al flexionar los músculos cigomáticos mayor y menor cerca de la boca y el músculo orbicular cerca de los ojos. También dicen los estudiosos que  el hecho de sonreír genera endorfinas, las cuales proporcionan al organismo bienestar y tienen la propiedad de reducir el dolor, tanto físico como emocional. Pero, después de todo, prefiero afirmar que la sonrisa (la auténtica sonrisa) es el efecto de la armonía de las almas con Dios y esto genera muchas más cosas que las endorfinas.
Está demostrado, el amor provoca sonrisas, produce sonrisas, por amor se emiten sonrisas; la sonrisa, aunque no lo parezca es algo fundamental, de ello me ha hablado una amiga y hermana, me lo ha transmitido desde su experiencia, se llama Teresa Mira, los que la han conocido saben que es cierto. Los que no la conocen solamente con observar una foto suya podrán comprobar que su belleza radica en la sonrisa, tiene una dulzura que proviene de algo que va más allá de lo que vemos.

Al pasar, aunque sea de puntillas por la vida de Teresa descubrimos que en ella no era un gesto cualquiera, la sonrisa era el reflejo de esa armonía con Dios, era una rendija por la que los curiosos podían ver algo del Reino de los Cielos, porque hay sonrisas que no tienen su origen en el cuerpo sino en el alma. La hna. Teresa era una especialista en ese campo y supo demostrar de dónde venía su sonrisa cuando en medio de las preocupaciones y sufrimientos que le tocó vivir salió a flote y consiguió aliviar a otras personas.  Parece que la hna. Teresa sabía que la mejor medicina o terapia comenzaba por la sonrisa.

Cuando ayudaba al que más lo necesitaba lo hacía con sencillez, como si no hiciera nada, como ese día que tuvo que pedirle al alpargatero que le vendiera unas alpargatas para los hijos del miliciano (supuesto enemigo al que todo el mundo se negaba a ayudar). Ese día, la sonrisa de Teresa se convirtió en la llave que abrió la puerta de la cooperación ente esos dos contrarios, enfrentados por las ideas políticas y con una guerra por medio.
Cuántas sonrisas de Dios no habría regalado por doquier para que pudieran decir de ella que su boca no se abría más que para el 

 Nos contaba una alumna suya que su vida no tenía más objetivo que atraer a todos a Jesucristo, siempre con la sonrisa en la boca haciendo el bien a todos y en todo y evitando cualquier mal a todo trance2. Y no falta la nota de humor que provoca sonrisas a los niños cuando, nos cuenta  la misma alumna, que en la clase de los parvulitos les enseñaba la siguiente oración: -”Al Niño Jesús de Praga pedimos con anhelo, que no pase este día sin darnos un caramelo”- y luego, sonriendo depositaba en las rodillas de esos pequeños el anhelado confite[2].
La hna. Teresa sabía que la sonrisa era el punto de partida para muchas buenas acciones. Es signo de una buena disposición para algo. A veces hay que empezar por pintar una sonrisa en nuestra cara para vencer una situación difícil, para vencer un sufrimiento, una preocupación. O, por qué no, provocar esa sonrisa en los demás. Es cuestión de empezar a abrir la puerta, y así, poco a poco poner en práctica la recomendación de San Pablo en la carta a los Filipenses: - os lo repito estad siempre alegres. Porque de la alegría nacen más y mejores frutos que de la tristeza.
Dios regalaba sonrisas a la hna. Teresa cada mañana, para que las sembrara en su nombre con la salida del sol, o incluso antes, y la hna. Teresa las repartía por donde pasaba, no como algo mecánico, ni de apariencia, sino como algo sincero, convincente. Su sonrisa le daba cierta unción que hablaba de algo más. Muchos, sin darse cuenta, estaban recibiendo en Teresa la sonrisa de Dios.
Esa sensación nos la transmite también quien en aquellos tiempos era una niña de nueve años[3], al contarnos que cuando la veía le llamaba la atención, le causaba alegría,  y sentía un vacío, la echaba en falta, el día que no coincidía por la calle… tenía algo que le atraía, una dulzura en su mirar, una sonrisa, una gravedad cuando andaba, todo, todo le atraía. El encontrarse con ella le producía alegría y gozo.
Otra joven de aquellos tiempos testimoniaba: “…no sólo yo sigo pensando que era una santa, sino que todo aquel que por cualquier motivo la conoce, reconoce que brilla en ella un no sé qué que atrae y cautiva.5

Y es que la sonrisa, esa que viene de Dios, tiene por virtud el transmitir ese no sé qué que atrae, que ilumina, que pacifica.

Hay quien dice que la sonrisa es la oración de los sabios. De esa sabiduría tenía mucha la Hna. Teresa. A veces su oración sólo consistía en abrir la puerta de su clase de párvulos que estaba al lado de la capilla y decirle al Señor con una sonrisa fresca en el alma. “Ves, estoy aquí” y al tiempo Teresa se sentía feliz con la fresca sonrisa que recibía de parte de Dios, tanto desde el sagrario como desde las caritas de los pequeños que tenía a su cargo, o de las personas a las que a diario escuchaba, animaba, consolaba…

De la hna. Teresa se podrían decir muchas cosas, su sonrisa es el primer detalle que observa mucha gente, es la garantía de un tesoro que guarda en sus adentros, un tesoro a la vez transparente y que comparte como buena Carmelita Misionera Teresiana con la Iglesia; Dios y los prójimos.
             
 Muchas veces nos parece que nuestras vidas se sobrecargan, el plan nuestro de cada día  se complica y no halla respuestas sencillas, nos ofuscamos y sentimos que necesitamos un remanso de paz y alegría.  
 En momentos así, la hermana Teresa Mira, nos animaría a comenzar por lo más simple y fácil; una sonrisa. Se trata de dejar que nazca en nuestro rostro un arco iris  indicando  ese pacto, esa alianza, como la de después del diluvio de Noé, que nos hace cómplices con Dios, con nuestros hermanos. Será el primer paso hacia las demás soluciones, sólo entonces nuestro corazón podrá ver cómo en medio de todo, Dios, cada mañana sigue derramando su sonrisa sobre nosotros. Porque dicen los que saben, aunque no esté demostrado científicamente, que donde nace un arco iris hay escondido un tesoro, y donde nace una sonrisa, de las auténticas, también. 
 Es el amor el que  produce sonrisas. Sucedió desde el principio de los tiempos, es algo sutil, la gente a veces ni se da cuenta, sigue sucediendo ahora, aunque la gente siga sin percatarse de ello, y espero y confío en que siga sucediendo por los siglos de los siglos. Sí, porque así fue como envió Dios a la hna. Teresa Mira regalando su sonrisa entre nosotros.

                                                   Pili Jordá, cmt.