jueves, febrero 25, 2021

26 de febrero, 2021, recordamos y celebramos los 80 años de su partida a la casa del Padre

                                                             

  •       ¡Las campanas repicaron a gloria!             


Año tras año, el encuentro con Teresa Mira García, nos regala un puñado de esperanza; será porque, a Teresa Mira García se la encuentra siempre entre las coordenadas de la bondad, la alegría, el bien, el amor, la serenidad, la benevolencia, la amistad, la generosidad… valores simplemente humanos, fácilmente reconocidos por la mayoría, pero, ciertamente, un poco escasos en nuestro mundo actual. Teresa Mira los aprendió desde niña. Fue el suyo, un camino corto, pero intenso, vivido con pasión, agarrada al corazón de Dios y de los hombres y mujeres de su tiempo en clave palautiana. Aquellas experiencias dejaron huella en su alma; siempre con le fe y la esperanza en alto, apoyada en Aquel que la llamó a estar con Él (Mc 3,13)

 Hna Teresa se va al cielo...

El Señor está cerca. Lo presiente Teresa. estamos a principios de junio de 1940 y viene a visitarla una gripe extraña. Se ve obligada a guardar cama.  Teresa no mejora.

Su camino en la tierra se está acabando....

Su hermana Magdalena Mira, cmt, nos ha dejado un largo testimonio lleno de emoción de sus últimos momentos:  

 “Sentías la necesidad de dejar este mundo y entregarte para siempre al Amado. Tu cuerpo estaba ya tan extenuado y consumido que nada le quedaba por perder. Sólo te quedaba el corazón colgado dentro, se supone que sostenido por el amor. Aquí tienes hermana mía el martirio que tanto anhelabas cuando decías: “No tendremos la suerte de ser mártires”.

Llegó la noche del día 26 de febrero de 1941, a las once, desaparecieron los mareos y los ahogos, quedándote una respiración tranquila y normal. La lucha estaba concluida. Dos horas estuviste con esta respiración de paz; y a la una de la mañana del día 26, miércoles de ceniza,  dejabas de existir entregando tu alma al Creador…”

(Otro testimonio) del periodista Eduardo GIL DE MURO, ocd, en la biografía de Teresa Mira, cmt, "Le pusimos margaritas a la Virgen"

“Novelda vibró silenciosamente con el alma de esta monja que regaba de paz los alrededores de su existencia y la existencia de quienes en ella encontraban un silencio acogedor o una palabra y gesto que conmovían las entrañas de las gentes.

 Ni una palabra de más. Ni un solo desacuerdo entre su fe y su manera de ser cristiana. Los días de la guerra fueron malos días. El hambre rondaba las calles de la pequeña ciudad de Novelda. Teresa daba el pan que no tenía y las palabras de amor que siempre encontraba a punto para consolar a los más tristes

 Luego, cuando le tocó morirse porque la vida le había destrozado toda resistencia, ella se murió con la paz y el sosiego con que terminan de entregar el alma  aquellos que ya la han ido entregando mientras vivían. El pueblo sintió que se le había roto el corazón cuando la enterraron a ella. Y ella, como a veces había dicho, siguió viviendo entre las gentes porque lo suyo fue estar siembre cerca de quienes más la necesitaran”.

 En su sencillez, Teresa Mira García ha dejado una estela luminosa que entronca directamente con el carisma palautiano: "amar a Dios y a los hermanos porque son su imagen”  “Hacerles el bien gratuitamente y siempre”

                                                                       Lourdes Buil, cmt