Aunque la Venerable Teresa Mira, cmt, no conoció personalmente al P. Palau, su afinidad y sintonía con el carisma palautiano lo recibió de buena fuente. En Novelda, cuando la joven Teresa frecuentaba la comunidad y pasaba las tardes de los domingos en el colegio de las hermanas carmelitas misioneras teresianas, tuvo contacto con una de aquellas hermanas, María de Sta Teresa (Gateu Galucho), a la sazón superiora de la comunidad.- La Hna María de Sta. Teresa, fue una de aquellas jóvenes afortunadas que recibieron su formación casi de la mano del fundador, que lo admiraron como hombre de fe y amor apasionado a la Iglesia, que supo de su fidelidad a las necesidades más apremiantes de los hombres de su época. Perteneció al grupo de hermanas que pudo admirar de cerca a su fundador, sin duda, ella también quedó contagiada de su celo y amor a la que él llamaba ‘su cosa amada’. Lo vio empeñado en su obra de fundador para dotar a la Iglesia de almas misioneras y contemplativas, hombres y mujeres que, con su oración y servicio, pero sobre todo con su amor apasionado a la humanidad fueran pioneros amantes, entregados, dispuestos a servirla y amarla.
- Teresa Mira era un alma impaciente deseosa de entregar la vida. Entró de lleno en esta dinámica carismática de su Fundador el Padre Palau. Su vida de amor y entrega a los hermanos eran el ideal vocacional que la había conducido al carmelo misionero teresiano. Su respuesta a la llamada de Cristo en esta congregación palautiana fue plena. Teresa se entregó con pasión y fidelidad en esta pequeña-grande Iglesia en la que su proyecto de vida iba a ser tan fecundo. No hizo grandes cosas: ”para ser santos, nos dice el Papa Francisco-, no hay que ir en busca de cosas raras, basta ser fiel en lo cotidiano, estar dispuestos a entregarse el Señor a través de sus hijos los hombres, salir a las periferias…regalar a todos tu tiempo, tu sonrisa, tu alegría, tu dolor…” virtudes que la hermana Teresa Mira supo practicar. Solía decir hay que ‘vivir haciendo el bien’, y este hacer el bien lo envolverá con amor del bueno, a los hombres, sus hermanos, y a su Dios, cuanto más mejor, porque ‘para Dios todo es poco’.
Teresa Mira García, carmelita misionera teresiana, de ella se ha dicho:
“Es una auténtica flor de santidad”
“Plasma en su vida el marianismo palautiano, el cual era vivencia de actitudes concretas, de acogida y servicio”
“La vida de Teresa Mira, fue una luz fruto del testimonio de Cristo; y su fatigoso caminar, una siembra de virtudes”
“El apostolado de la bondad con el de su sonrisa y paz, fue el carisma primordial de su vida” Vivió su vocación enamorada de la Iglesia como fiel hija de Francisco Palau