26 de septiembre 1895.
Teresa Mira García, cmt, vino
al mundo un 26 de septiembre, de 1895 en Algueña, Alicante. Desde muy pequeña
se dibujaba en sus labios una sonrisa. La sonrisa que cautivó e hizo felices a
tantas personas”
Pilar Jordá, cmt
“………Está demostrado, el amor
produce sonrisas, por amor se emiten sonrisas; la sonrisa aunque no lo parezca
es algo fundamental, de ello me ha
hablado una amiga y hermana, me lo ha trasmitido desde su experiencia, se llama
Teresa Mira, los que la han conocido saben que es cierto. Los que no la conocen
solamente con observar una foto suya podrán comprobar que su belleza radica en
la sonrisa, tiene una dulzura que proviene de algo que va más allá de lo que
vemos.
Al
pasar, aunque sea de puntillas por la vida de Teresa descubrimos que en ella no
era un gesto cualquiera, la sonrisa era el reflejo de esa armonía con Dios, era
una rendija por la que los curiosos podrían ver algo del Reino de los Cielos,
porque hay sonrisas que no tienen su origen en el cuerpo sino en el alma. La
hermana Teresa era una especialista en ese campo y supo demostrar de donde
venía su sonrisa cuando en medio de las preocupaciones y sufrimientos que le
tocó vivir salió a flote y consiguió aliviara otras personas. Parece que la
hermana Teresa sabía que la mejor medicina o terapia comenzaba por la sonrisa.
Cuando ayudaba al que más lo necesitaba lo hacía con
sencillez, como si no hiciera nada, como ese día que tuvo que pedirle al
alpargatero que le vendiera unas alpargatas para un hijo de un miliciano
(supuesto enemigo al que todo el mundo se negaba ayudar). Ese día la sonrisa de
Teresa se convirtió en la llave que abrió la puerta de la cooperación entre
esos dos contrarios, enfrentados por las ideologías políticas y con una guerra
por medio.
Cuántas sonrisas de Dios no
habría regalado por doquier para que pudieran decir de ella que su
boca no se abría más que para el bien, decir buenas palabras, alentar.
Nos contaba una alumna suya
que su vida no tenía más objetivo que
atraer a todos a Jesucristo, siempre con la sonrisa en la boca haciendo el bien
a todos y en todo trance. Y no falta la nota de humor que provoca sonrisas
a los niños cuan, nos cuenta la misma alumna que en la clase de los parvulitos
les enseñaba la siguiente oración: “Al
Niño Jesús de Praga, le pedimos con anhelo, que no pase este día sin darnos un
caramelo” , y luego sonriendo depositaba en las rodillas de esos pequeños
el anhelado confite.
La hermana Terea sabía que la
sonrisa era el punto de partida para muchas buenas acciones. Es signo de una
buena disposición para algo. A veces hay que empezar por pintar una sonrisa en
nuestra cara para vencer una situación difícil, para vencer un sufrimiento, una
preocupación. O, ¿por qué no? provocar esa sonrisa en los demás. Es cuestión de
empezar a abrir la puerta, y así, poco a poco poner en práctica la
recomendación de San Pablo en la carta a los Filipenses 4,4: Os lo repito, estad siempre alegres. Porque
de la alegría nacen más y mejores frutos que de la tristeza…” (seguirá)